Fleet Foxes (2008).
El otro día comenté que había algo que me recordaba a este disco en el de Foals, y la verdad es que algo hay, pero a la vez no tienen nada que ver. Fleet Foxes en su disco de debut nos entregaron un trabajo para el recuerdo, cargado de misticismo, donde los coros lisérgicos y la voz de su cantante, Robin Pecknold, dan estructura y sentido a un conjunto de canciones enormes (He doesn´t know why o White Winter Hymnal son dos claros ejemplos), un disco que te envuelve con cada canción y te transporta a paraísos sonoros desconocidos, de los que no querrás regresar. Uno de los grandes discos de 2008, si no el más grande, y que entra en tu vida para no irse jamás, si ya los conocías entenderás cada palabra aquí refrendada y si no es así, ya estás tardando. Imprescindible.
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