martes, 9 de noviembre de 2010

George Sprott

Seth.
George Sprott.
¡Que grande es Seth y que experiencia vital es leer un comic suyo! Después de leer Ventiladores Clyde y La vida es buena si no te rindes, me puse con la que a día de hoy está considerada su mejor obra y me ha dejado sin habla, no sé que alabar primero si el guión, el dibujo, la maquetación... Siguiendo la estructura de un documental póstumo, Seth establece una reflexión sobre la efímera huella que dejamos en el mundo al morir, para ello recurre a entrevistas a personas cercanas, anécdotas, flashbacks, sueños, recuerdos... que construyen un complejo puzle  y que definen a la perfección la vida de nuestro protagonista, ofreciéndonos un análisis soberbio y conmovedor de una de las grandes preocupaciones que asaltan al hombre. Seth se aleja de reflexiones metafísicas acerca de dónde venimos y a donde vamos (eso lo apunta brevemente con una natural reflexión inicial de dos páginas), y se centra en darnos su versión de lo que es la vida y las distintas etapas que vivimos desde que nacemos hasta que morimos y como todo lo que hacemos en nuestra vida tiene repercusión, impagables los recuerdos recurrentes que asaltan al protagonista al final de su vida a modo de fotograma. Leer George Sprott es ver la vida retratada y darte cuenta que lo único que importa es el breve período de tiempo que estamos en este mundo y lo que hacemos con él. Impresionante.

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